Este mes culmina el año que, desde noviembre del 2011, se ha dedicado al maestro Joaquín Orellana, durante el cual ha presentado varios recitales y otras actividades encaminadas a resaltar la labor y la trascendencia del compositor guatemalteco más interesante de nuestro tiempo.
También violinista y director de orquesta, asimismo autor de diferentes textos, se distingue adicionalmente por la creación, la fabricación y las maneras de ejecutar numerosos “útiles sonoros” —instrumentos derivados de la marimba, la caña de bambú, piezas de aluminio, hierro y objetos encontrados— que expanden notablemente las posibilidades y las sonoridades de la percusión tradicional. Con todo, el legado más importante de Orellana es su caleidoscópica producción musical.
Desde sus antañonas canciones en las que evoca “antiguos cismas, juventud trasnochada, diálogos con viejos muros silentes y amores contrariados” y su música de cámara con títulos tan curiosos como Oxidorganillo o Cajita de alegres penas, hasta sus piezas mayores, en las que reúne orquesta sinfónica, coro, electroacústica, declamadores y efectos para-teatrales, con una clara orientación ideológica y de denuncia social.
Última presentación
El concierto, con el que concluye el Año Joaquín Orellana, ofrece dos estrenos: In Memoriam Arturo Santa María —para orquesta con contrabajo obligado—, obra recién escrita en recuerdo de un entrañable colega fallecido hace pocos meses; así como la pieza de fondo, Poenimio Sinfónico —para violonchelo y orquesta—, compuesta hace 50 años y destinada al gran violonchelista Juan Carlos Paniagua, pero que hasta ahora nunca había sido interpretada.
La primera audición mundial de este “poema nimio” para violonchelo, de casi media hora de duración en tiempo corrido, representa la temprana madurez de Orellana: una extendida rapsodia lírica en la que dialogan intensamente el solista y la orquesta, con vocación a convertirse en la gran obra romántica guatemalteca para ese instrumento.
Más de sus obras
El programa lo completan El Paso Secreto —a modo de obertura—, Canción de Cuna y Homenaje a Joaquín —cuyas versiones sinfónicas también se escucharán en el estreno durante la velada—. En tanto, la inicial “expresa el ámbito de una atmósfera exasperante en un cuarto tenebroso donde un hombre deberá descubrir el lugar que contiene una clave para salir”, la segunda es un arrullo, por momentos tierno o juguetón. En la pieza de tributo a Orellana se alternan varios de sus útiles sonoros con el empleo textural de los registros orquestales convencionales.
Los solistas que participarán son Laura Pellecer, en el contrabajo, y Paulo Alvarado, en el violonchelo, con la Orquesta Sinfónica Nacional de Guatemala, bajo la dirección del propio compositor.
Jueves 15 de noviembre de 2012
20:00 horas
Auditorio del Conservatorio Nacional de Música
"Germán Alcántara"
Entrada libre
Fuente: Paulo Alvarado / Prensa Libre
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