lunes, 23 de abril de 2012

Homenaje Nacional a Francisco Méndez (1907-1962)

Inauguración de la Exposición
"Francisco Méndez, asuntos personales"

Pasaje Sexta, Palacio Nacional de la Cultura

27 de abril de 2012

18:30 horas


Mesa redonda
"Francisco Méndez, una semblanza"

Pasaje Sexta, Palacio Nacional de la Cultura

2 de mayo de 2012

18:30 horas


Presentación de libros
"Papeles recobrados, Alfaguara, Átomo de luz y tierra y Cuentos de Joyabaj"

Pasaje Sexta, Palacio Nacional de la Cultura

3 de mayo de 2012

18:30 horas


Lectura colectiva
"Leer Francisco Méndez"

Librería Sophos, Plaza Fontabella, zona 10

4 de mayo de 2012

18:30 horas

1 comentario:

  1. Qué buena idea tuvieron para conmemorar el mes en que falleció Francisco Méndez, hace exactamente 50 años.

    El escritor y cuentista Francisco Méndez Escobar, nació en Joyabaj (El Quiché) el 3 de mayo de 1907, falleciendo en la ciudad capital el 11 de abril de 1962.

    Formó parte de la Generación del 30 conocida con el nombre del grupo Los Tepeus, extraído éste del libro sagrado El Popol Vuh, según describe el propio Méndez en artículo publicado en el El Imparcial, edición del 25 de agosto de 1943: “Diez años de literatura, la generación del treinta”. Entre otras obras poéticas, publicó “Los dedos en el barro” (1935); “Romances de tierra verde”, escrito al alimón con Antonio Morales Nadler; y, “Seis nocturnos” (1951). Véase: Cifuentes Herrera, Juan Fernando; “LOS TEPEUS, Generación literaria de 1930 en Guatemala”. Guatemala: Segunda edición. Editorial Palo de Hormigo, 2003. Páginas 17 y 175.

    No obstante que solamente cursó hasta el sexto grado de la educación primaria, como autodidacta laboró durante 25 años en el diario El Imparcial, inicialmente como Contador y después en calidad de Jefe de Redacción y periodista. La USAC le otorgó en 1961 el título de “Emeritisimun”; al momento de recibirlo explicó: “Soy de los extramuros, a quien no llegó el Id y enseñad a todos”.

    En el “Prólogo” a “Poesía de Francisco Méndez”, el también poeta y escritor César Brañas anotó lo siguiente en mayo de 1974:

    “Sabía misteriosamente que Francisco Méndez no había muerto. Está aquí de nuevo, de regreso de uno de aquellos viajes que solía emprender hacia continentes que la geografía no ha establecido en sus mapas. Está aquí en su esencia más pura, en la voz de la madurez de su poesía, despojado ya de todo residuo humano, y sustancialmente humano, como lo fuera siempre, hombre de su tierra y de su tiempo, pero raigalmente, poeta. Poeta aferrado a su tierra y lo de su tierra pero de visión universal.
    (…) Hacía falta este libro, o este espejo, si queréis, en que su imagen se eternizará, más allá del recuerdo, de la apatía y el regateo.
    (…)
    En este libro que reúne selecta producción de su madureza de más hondura y vitalidad —una madurez la suya muy temprano alcanzada, como que muchos de estos poemas aparecieron con su forma ya permanente desde 1931 o 33 como los escritos en días muy cercanos a su muerte— se siente toda su fuerza y una unidad de trayectoria que apenas se flexibiliza en algunos poemas menores, en algunas reincidencias en el soneto, en el romance y el hai-kai. (…)
    Sus temas denuncian también la preocupada voz de su generación criollista, una generación de tránsito entre el posmodernismo y la nueva poesía. En su objetividad, que no se rompe por el estallido rotundo del yo ni por la presencia, hoy repudiada, del corazón y el ensueño, se asienta con señorío la naturaleza americana, cruza el indio —mineral, vegetal, sonámbulo— que en manos de la generación siguiente se convertirá en mito, en tópico, trascendido el folclor y explotado en útil calidad de bandera de la rebelión social que sacudirá a América.
    (…)
    Una íntima vanidad se me solaza en la comprobación que este libro constituye, si otros testimonios en el mismo sentido no fueran bastantes. La realización plena del poeta a quien conocí sólo por una correspondencia ansiosa y saludé —en 1929— en una Presentación Esperanzada al dar a correr en el público capitalino sus primeros poemas formales, recibidos con interés, con agrado, con asombro, pues revelaban el advenimiento de una voz novísima y plena en la poesía de Guatemala. No eran sus versos iniciales, pues desde la niñez los escribía para los niños escolares de Joyabaj.”
    Tomado de: Méndez, Francisco; “Poesía de Francisco Méndez”. Prólogo de César Brañas. Guatemala: Editorial Universitaria, Universidad de San Carlos de Guatemala, 1975. Extracto de páginas I a VII.

    Felicitaciones al Ministerio de Cultura y Deportes por este buen esfuerzo en pro del rescate de Francisco Méndez.

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